Hace muy poco escribí el artículo “Hablando sin decir palabras” y he recibido varios mails pidiéndome más consejos sobre el tema.
Resulta una cuestión apasionante dado que frente al supuesto que las personas saben lo que comunican y que mayoritariamente lo hacen mediante la palabra, observamos que estas solo representa un 7% del mensaje y que gracias al cuerpo, tono de vos, gestos, etc. se dice mucho más de lo que se cree y se quiere decir.
Si se piensa que una persona puede producir 700 mil signos físicos diferentes (Mario Pei) y que en la cara se han identificado 250 mil expresiones distintas (Birdwhistell) lo dicho no es tan difícil de comprender.
Este es un tema bastante nuevo y muy basto para poder decir que esta suficientemente estudiado ya que solo se ha catalogado 5.000 gestos y cerca de 1.000 posturas distintas así que queda un largo trecho por recorrer.
Muchos gestos y posturas son comunes en la mayoría de las personas independientemente de su nacionalidad, no obstante, otros no responde a dicho patrón.
Hay gestos que son naturales como animales que somos y otros que son aprendidos por imitación, así que no crea que puede saberse todo del otro con solo mirarlo y cuanto menos conocimiento se tenga de éste resulta más difícil el hacerlo.
También, si bien es cierto que este conocimiento puede ayudarlo para incrementar la posibilidad de ser mejor comprendido o bien fingir, esconder o confundir, resulta imposible controlar la totalidad de las expresiones en razón que muchas se originan en procesos autónomos del cerebro con total independencia de la voluntad e incluso, sin que se tenga conciencia del estar haciéndolo.
Pero más allá de esto, lo cierto es que cada emoción y sentimiento tiene un corolario manifiesto en el cuerpo y en él se expresa lo que no se dice.
Entonces veamos un poco más de este tema:
La distancia.
Las personas definen un territorio alrededor de ellas y este espacio varía según la situación (viajar en subte en hora pico o caminar por una playa), cultura y condiciones de vida (si se vive en Tokio o en el campo). Pero aún así, todos definen una zona íntima –hasta los 50 cm- donde pueden ingresar las relaciones de mayor confianza y afecto; la zona personal – hasta 125 cm- que es el ámbito de relaciones sociales y laborales, zona social – hasta 3 m- donde se interactúa con personas ocasionales o que no son de de confianza y la zona pública – de 3 en adelante-.
El trasgredir estos límites produce enojo, rechazo, agresividad o al menos el alejamiento y toma de distancia por parte del “invadido”. Esto puede ser así buscado si lo que se desea es molestar al otro o por una mala interpretación o el querer hacerlo para lograr una mayor intimidad. En todo caso este tema es algo que debe observarse.
Las manos.
Ya hablamos de las manos pero agreguemos a lo dicho que en el saludo, si la mano izquierda toma la mano o puño del otro a fin que ésta quede apresada por ambas, si no se trata de gente amiga, es señal de control o dominio.
Cuando la mano toma el antebrazo u hombro evidencia un acercamiento afectivo entre las partes dado que este acto implica la invasión de la zona intima y, de no ser así, produciría un efecto negativo en el contacto.
Entrelazar los dedos al frente representa una actitud defensiva o de estar cerrado pero esta actitud se agrava en relación a la altura donde se ubican las manos pudiendo ir desde el estar colgadas cuando se esta de pié o apoyadas en el escritorio (situación de mínima), hasta la altura de la cara apoyando los codos en el mismo (situación más álgida).
Cuando las manos se frotan y no por frio, es señal de buena expectativa y si se apoyan las yemas de los dedos con los de la otra mano representa seguridad y autoconfianza. Usualmente se levantan cuando se emite opinión y se bajan cuando se escucha.
La mirada.
Mirar a los ojos genera confianza y sinceridad, de hecho cuando se miente o engaña resulta difícil sostener la mirada de la víctima y por ello se rehúye el hacerlo. Cuanto más insegura es una persona menos perdura el contacto visual.
Mantener fija la mirada a los ojos del otro por un tiempo prolongado genera desconcierto e incomodidad y el sostener esa mirada por parte del otro puede generar una situación de desafío. En este caso mire hacia un lado u otro (hacia abajo, denota sumisión) y luego retome el contacto
Así como los ojos bien abiertos expresan sorpresa, cuando estos se entrecierran implica desaprobación, enojo, desconfianza. Y si la mirada es de reojo puede representar duda, complicidad o seducción.
Usar lentes oscuros sin necesidad manifiesta expresa reserva, negativa a darse a conocer, dureza, seriedad y puede generar temor, desconfianza y distancia social.
En las reuniones la mirada debe ser a todo el grupo si se quiere que este mantenga la atención.
Ansiedad
Este estado de “miedo” frente a realidades que rompen el estatus quo puede detectarse en el temblequeo incesante de piernas, el movimiento nervioso de pies (golpeteos en el piso, movimientos friccionando el suelo, etc.) y en las manos como el alinearse la ropa, comerse las uñas, acomodarse repetidamente el cabello, repiquetear con los dedos en el escritorio, jugar con un llavero u otro objeto, exudación excesiva, etc..
La imitación
Cuando dos personas copian el gesto o postura del otro en forma inconsciente quiere señalar que están coincidiendo en la forma de pensar o sentir. Este “acompasamiento”, con la debida ejercitación y cuidado, puede utilizarse para lograr un acercamiento en la comunicación con el otro gracias a que genera un estado de concordancia y confianza a partir de un elemento en común que es la postura.
Algunos consejos más:
Camine derecho con los hombros ligeramente hacia atrás y a paso sereno. Esto le dará confianza y una imagen de seguridad y autoridad.
Frotarse, rascarse o palmearse la cabeza puede representar enojo o simplemente olvido.
Cuando se encuentre con una persona mírela a los ojos unos tres segundos a fin de conocer su estado de ánimo, sentimientos, actitudes e intensión. Si se mantiene la mirada fija se estará expresando hostilidad, agresión o un contacto íntimo (si se habla de deseo sexual por ejemplo). Si esto no es lo que se desea, desvíe la mirada hacia los costados o abajo (pero solo un instante) para mostrar que no hay agresión o desafío y luego vuelva a tomar contacto visual. Si en la relación se mira hacia arriba, el anfitrión se desconcentrará y si se mira insistentemente hacia los costados se dará un mensaje de falta de interés.
Intente siempre mantener su espalda recta, más allá de ser un buen consejo médico, el inclinarse hacia delante le reduce la capacidad de oxigenación y con ello la capacidad de comunicación e interpretación del lenguaje del otro.
Tener un sillón de ejecutivo más alto que el de las visitas posiciona a estos últimos en una condición de inferioridad para con el anfitrión.
De igual manera, cuando todos están sentados el ponerse de pié planteando un punto denotará un deseo de dominio o intimidación.
Como ya expresé en el artículo anterior, el tema es tan extenso como apasionante y resulta imposible incluir en estos pequeños escritos todo lo que encierra la comunicación humana.
Busque, investigue, estudie, buena parte de su éxito dependerá de su capacidad de entender y hacerse entender y para ello resulta vital conocer como “habla” el cuerpo.