Hace pocos días ha finalizado el mundial de fútbol.
Independientemente del sentimiento que origina el que nuestro país no pudo engalanarse con el triunfo y ganar la copa, la lectura de los diarios y revistas deportivas me ha servido para efectuar algunas comparaciones con el mundo empresario.
De las notas periodísticas se desprende una profesionalidad que no siempre se ve en otros ámbitos.
Me refiero a todos los cuidados que se disponen para que el deportista (en éste caso en particular) pueda cumplir con su misión.
Así pues se puede ver que el seleccionado cuenta; además de su correspondiente D.T., una serie de elementos y personas que le facilitan al deportista su labor.
Se observó la existencia de un cocinero (para preparar comidas nutricionalmente adecuadas y al gusto de los muchachos); médicos de distinta especialidad; masajistas; entrenadores; etc. … ; hasta, seguramente, un sastre para que la imagen sea la que le corresponde a un «seleccionado nacional».
También pudo observarse que el grupo tuvo ejercicios y prácticas para conformar un «equipo» (dejando de lado la individualidad); se ha «concentrado» convenientemente (para aislarse de la problemática cotidiana); se lo condiciona a una estudiada y disciplinada «rutina de trabajo» y se lo alojó en instalaciones cómodas, confortables y estéticamente agradables.
En fin, al «seleccionado nacional de fútbol» se le brindó todo aquello que pudiera ser necesario a fin que el «jugador» focalice su atención en el juego; que dicho sea de paso, es su función.
Cualquier cosa que faltare o que pudiera hacer que el hombre en lugar de jugar deba atender otra situación debe ser prevista y satisfecha convenientemente.
Esto no es un invento argentino, es típico en cualquier seleccionado. Aún con todos estos cuidados, sólo uno llega al triunfo y gloria deportiva.
Todo este andamiaje de apoyo resulta muy común y natural para la mayoría de ejecutivos (particularmente a los amantes del fútbol) por consiguiente, cabe asumir que iguales preparativos y cuidados son llevados a cabo en el campo empresarial.
Lamentablemente, a pesar de mis deseos, debo señalar que la realidad empresaria (en términos generales) está muy lejos de la profesionalidad puesta en manifiesto por los «fuboleros».
Ignoro las razones por las cuales un ejecutivo asume que una contienda deportiva es mucho más importante que el futuro de su empresa.
Es realmente difícil creerlo, pero es muy común observar que aquellos que tienen la obligación y él deber de decidir el futuro de su empresa y, por consiguiente, la continuidad de la fuente de trabajo de muchos hombres y mujeres, no toman en cuenta un mínimo de cuidado siendo ellos profesionales de la gestión empresaria al igual que un «jugador» el lo es del deporte.
Es común advertir que las personas suelen separar su campo laboral de las distintas facetas humanas que así mismo los componen.
Todavía recuerdo los consejos que he recibido en mi adolescencia sobre como materializar el éxito profesional.
Todos hacían del sacrificio y dedicación orientados hacia el estudio la clave del futuro. Dolorosamente debo decir que no me han brindado el verdadero camino, al menos en su expresión más amplia.
En mi calidad de consultor, periódicamente estoy analizado casos empresarios donde el componente estratégico prima. Es allí donde muchas veces observo como una empresa, aún contando con recursos más que suficientes, fracasa en el logro de un objetivo de relevancia.
Del análisis pormenorizado de tal situación es muy claro ver que el esquema estratégico de dicha organización no se ha pensado sobre la base de un enfoque sistémico profundo.
Usualmente la gente tiende a plantear los problemas bajo los términos propios del tema en discusión (enfoque reduccionista). Así pues un problema empresario sólo es analizado a la luz de las enseñanzas de la administración clásica. ¿Pero eso es todo, tan plano es el campo humano?
A los efectos de encarar el desarrollo de un «plan estratégico»; además del correspondiente relevamiento en lo que respecta al campo empresario; resulta de vital importancia el estudio y evaluación de los distintos campos que influyen en el plan empresarial.
Dentro de ese planteo, todo aquello que tenga que ver con el «hombre» y su función tiene una profunda implicancia estratégica dado que de él y su buena gestión depende el éxito o fracaso del plan.
A la larga, estamos hablando de «el hombre y sus circunstancias»; el enfoque sistémico del hombre contenido en su expresión más sintética.
Como consecuencia de ello resulta de vital importancia a los efectos de contar con un buen «gestor de negocios» considerar profesionalmente otras cuestiones no comerciales pero que impactan fuertemente en el nivel de respuestas de los individuos.
Si bien la lista es extremadamente amplia, he aquí algunas situaciones que aunque simples pueden graficar acabadamente lo dicho:
Alimentación.
Un hombre mal alimentado difícilmente esté en condiciones para resistir eficazmente el trabajo bajo presión. Su cuerpo se encuentra lleno de toxinas que impiden la buena respuesta de su cerebro, sufre de somnolencia, malestares estomacales regulares, irritabilidad, trastornos visuales, dolores de cabeza, obesidad y, por consiguiente, rechazo social, etc. Piense cuantas veces, Ud. y su gente, no almuerza o bien lo hace mal (panchos o comida chatarra) y verá a que me refiero.
Salud.
¿Volaría en un avión donde el piloto sufre de angina, dolores lumbares, dolores en el pecho o una simple, pero terrible, gastroenteritis? Seguramente no, si no se dispone de excelente salud mal puede decidirse con certeza. El disponer de buena salud, por ende, el control médico no es un privilegio, es un requerimiento profesional del management para el éxito.
El componente cultural.
La cultura (más allá del aspecto de formación intelectual) se corresponde al conjunto de normas que hacen a la socialización del individuo. El respeto de los códigos culturales hacen al comportamiento de la persona dentro de una determinada civilización y permiten la mejor o peor relación con los otros.
Es importante verificar la correlación cultural de «ejecutivo» dentro de la comunidad de trabajo si se desea una buena y fluida comunicación entre los partícipes.
Así, el comportamiento y educación; el estilo y forma de vestir; la vivienda y automóvil; los ídolos; deportes, que practica y/o sigue; gustos y placeres; etc. hace a la relación social y el movimiento dentro de ella.
Aspectos estructurales.
Difícilmente una persona pueda descansar y, por tanto, trabajar adecuadamente si vive en un departamento de uno o dos ambientes con cinco hijos pequeños y teniendo como vecinos un «boliche bailable».
Igual situación se da si dicha persona, para llegar al trabajo, debe viajar 3 horas para ir y 3 para retornar a su hogar.
El componente afectivo.
Es usual ver excelentes profesionales en cuanto a su capacitación académica y antecedente pero que adolecen de una personalidad acabada en cuanto a que la sociedad no les enseño a relacionarse con los afectos; con sus propios afectos.
Cualquiera puede evaluar y confeccionar un estado patrimonial, sólo se requiere de técnica. No es así en el mundo de los sentimientos.
Es relativamente común observar como grandes ejecutivos se desploman o llevan a cabo malas negociaciones por no tener controlado (con perdón de la palabra) el componente emotivo.
Los afectos cumplen un papel muy importante en la vida del individuo, es justo pensar que el no respeto de ello conducirá inexorablemente a un desajuste del perfil de acción de la persona.
El contexto familiar.
En directa relación con el punto anterior, es muy sencillo ver que la conducta del ejecutivo se verá muy influenciada por su contexto familiar.
El contraer matrimonio; el nacimiento de un hijo; la enfermedad o muerte de un cónyuge o hijo; el divorcio o la mala relación entre los componentes de la familia, bien justifican una alteración en la psiquis del hombre que al momento de decidir puede no estar a la altura de las circunstancias.
Piense nuevamente en el «piloto» que conducirá el avión que Ud. deberá tomar. ¿Se entera que uno de sus hijos (del piloto) está terriblemente enfermo y la mujer lo acaba de abandonar, aún así, asciende la escalinata?
Los objetivos de vida y elementos motivadores.
Las personas son distintas, aún naciendo y creciendo en iguales contextos. Sus diferencias se manifiestan de variadas formas, sus objetivos de vida y elementos motivadores son una de ellas.
No resulta igual trabajar con aquel que desea hacerlo sólo por necesidad que con el que lo hace por placer.
Idéntica situación es cuando una de las personas entiende que ya ha alcanzado su objetivo (por ejemplo de venta) y la otra interpreta que debe llegar a por lo menos dos veces dicho valor; seguramente el esfuerzo y aplicación de recursos sea progresivamente dispar.
Como antes señalé, éstos son algunos puntos a modo de ejemplo para observar lo que los «fuboleros» hace ya largo tiempo consideran y respetan.
A la luz de ello entiendo que es importante para su organización y el éxito de su «plan» contemplar el llevar a cabo el siguiente esquema:
A. Relevamiento de los componentes contextuales del management.
1. Identificar las personas claves en la organización, para ello se deberán definir los puntos de poder, los de influencia y los individuos decisores.
2. Analizar el «estilo de vida» y esquema estructural en cuanto a:
· Alimentación: qué, cómo y cuando (calidad, cantidad, oportunidad).
· Salud: estado de salud y cuidado preventivo.
· Actividad deportiva: gustos y práctica.
· Pasatiempos: gustos y dedicación.
· Vivienda: comodidad y decoración.
· Educación: formación técnica.
· Modelos de Vida: ídolos y modelos de conducta.
· Formas y modos de relación: conducta y comunicación con el otro.
· Automóvil: tipo (familiar, deportivo, ostentoso, etc.) y estado.
· Estructura de ingresos y egresos: relación del ingreso familiar y estilo de vida.
3. Analizar el «contexto familiar».
· Conformación: integrantes
· Salud: estado de salud de los componentes.
· Relación con sus componentes: contacto y comunicación.
· Estado de preocupación: problemática en particular.
· Dedicación: cantidad y calidad del tiempo aplicado.
· Importancia: posición de relevancia dentro de la escala de valores del individuo.
4. Estudiar el componente emocional y su relación con los afectos.
5. Determinar sus objetivos de vida y los elementos motivadores.
B. Evaluación del impacto que tiene cada punto relevado dentro de la estructura de decisión.
C. Estudio de factibilidad (económico y operacional) de corrección o ajuste de aquellos aspectos que hagan peligrar el normal desarrollo de la «estrategia» seleccionada.
D. Programa de implementación de las correcciones y ajustes.
No es difícil ver como elementos contextuales, aleatorios o circunstanciales afectan al hombre a la hora de la toma de decisión y como tales cuestiones alteran el normal desarrollo de los acontecimientos.
Recuerde el ejemplo que nos brinda el «seleccionado de fútbol» al momento del campeonato. El partido también se gana o pierde fuera de la cancha.
El no estudio pormenorizado de todo aquello que no esté directamente relacionado con «lo administrativo» o empresarial puede bien llevar al fracaso el «plan».