Si hay algo que caracteriza al “emprendedor” es su fuerza, capacidad de sacrificio y empeño para llevar adelante su “idea”. Valores trascendentes y que hacen a la esencia del negocio en cuanto a su capacidad de desarrollo y supervivencia.
Esto resultaba suficiente mientras el mercado estaba signado por una demanda mayor o igual que la oferta. Hoy, esa situación se ha modificado y el cliente se convirtió en un “botín” muy apreciado por un sinnúmero de oferentes.
La competencia se incremento notablemente y esto obliga a todo participe que pretenda alcanzar el éxito, a no cometer ni el más mínimo error.
Lamentablemente, los empresarios PyME, de igual manera que tienen esa fuerza interior tan difícil de imitar, también tienen muchas falencias en cuanto a que llevan a cabo sus emprendimientos, en muchos casos, con excesiva precariedad.
He aquí algunos errores comunes que se cometen y que Ud. debe considerar a fin del desarrollo de su actividad:
Poco conocimiento del negocio. Usualmente, la omnipotencia propia del emprendedor lo hace presumir que “si tal persona es capaz de llevar a cabo el negocio…cómo no voy a poder hacerlo..y mejor?”
En eso reside el error. Se supone y se subvalora el conocimiento de los otros en función de la propia creencia sin pensar que ese otro quizás tiene experiencia y habilidades no visibles fácilmente pero que lo convierten en un buen operador.
Cada actividad tiene sus secretos, ritmos, características que les son propias y que sin el dominio de estas resulta casi imposible encarar con éxito el proyecto.
Poco conocimiento del cliente. No conocer bien a los clientes frente a los incesantes cambios en las preferencias de los consumidores puede dejarlo fuera del sistema. Más aún, no conocer bien a los clientes impide conocer lo que ellos están demandando y los productos que necesitarán en el futuro en base a las tendencias de compra, por ende, tampoco puede tener líneas de trabajo a futuro.
Desconocimiento de la competencia. Como el emprendedor muchas veces cree (en forma conciente o inconsciente) – que nace con una estrella que lo hace único y por ende, su producto deseable por el público de referencia (¿?), es muy común ver como buenas ideas quedan truncadas por el desconocimiento de la competencia actual o futura.
En un mercado donde el cliente puede elegir y dispone de casi infinitas alternativas e información, el conocimiento de la competencia es vital. Su accionar, su oferta; sus políticas; la calidad en el servicio al cliente; la agresividad de sus acciones; sus fortalezas y debilidades; la capacidad de estas para negociar con sus proveedores; su sistema de distribución; los aspectos intangibles como ser la marca; la calidad en el servicio, su imagen; etc. no pueden ser dejados de lado por el emprendedor salvo que también él quiera quedar fuera.
Falta de información sobre su posición financiera y su necesidad futura. El no conocer la actual posición financiera como las necesidades futuras de fondos es similar a emprender un viaje de larga distancia sin saber la cantidad de combustible con que se cuenta ni lo que se requerirá para recorrer el trecho mínimo hasta la nueva reposición de este.
Exceso de optimismo y confianza en la suerte. El ser un emprendedor no significa ser un improvisado. En muchos casos esto se confunde y se apuesta al “de alguna manera lo vamos a resolver”. Esto es lo que aclara muchos de los cierres prematuros.
El optimismo es fundamental para el emprendedor pero cuando este supera ciertos límites se esta jugando con altos riesgos. Una empresa es una actividad profesional y debe ser tomada de dicha manera; la suerte es para el casino y el optimismo resulta vital para todo aquello que implique variables no posibles de considerar mediante una actitud sería y profesional.
No considerar al recurso humano. Las empresas son tal en función de la gente que la compone. El mejor restaurante puede ver malograda su imagen y perder su clientela con la sola participación de un mozo o un ayudante de cocina o el que limpia si estos no hacen bien su trabajo y esto llega a los consumidores. No contratar a los mejores es incrementar el riesgo de un mal servicio y con ello, la posibilidad que el inicio de la actividad ya marque un futuro de corto plazo. ¿Le daría Ud. mala comida a su hijo recién nacido? Esto es igual.
Desconocer el valor del equipo. La sinergia positiva que se genera en un equipo resulta mucho más que la sumatoria de sus integrantes. Es común ver que; por falta de experiencia, conocimiento, errores de concepción o simplemente por temor o suponer que el dividir es una buena política, el emprendedor no se preocupa de conformar equipos y solo piensa en tener empleados.
Suponer que todos somos iguales. También suponer que el otro es igual a uno (al titular o emprendedor) es otro error común. Todos somos distintos y cada uno aporta lo suyo; un emprendedor suele tener capacidades que le permiten llevar a cabo diferentes acciones y todas relativamente bien…de hecho…en parte por eso, él esta en una posición diferente respecto de los otros, pero esto no implica que “el otro” pueda o tenga dicha capacidad.
No tener un presupuesto de ventas. Este, más allá de lo difícil que pueda ser, es primer presupuesto que debe considerarse pues de él se desprenden todas las necesidades y capacidades con que debe contar la firma para hacer frente a dicha demanda. El no considerarlo es jugar a la perinola…y usted sabe que no siempre se gana.
No tener capacidad para adaptarse al cambio. El cambio es una constante y en la actualidad el mismo es cada vez más acelerado. Toda actividad comercial se ve influenciada por él y el éxito dependerá de la capacidad de adaptación que la organización muestre a fin de satisfacer un mercado cambiante.
Falta de capacidad de aprendizaje y para reinventarse. Aunque parezca una contradicción, el éxito en una gestión puede ser el final de esta. El logro de las metas implica crecimiento y este conlleva nuevas dificultades y nuevas gestiones que deben llevarse a cabo y para ello; muchas veces; se exige el adquirir capacidades y desarrollar habilidades que en la etapa anterior eran innecesarias.
Puede ser que el empresario comience solo con un empleado y luego…deba dirigir grupos y sucursales. Piense en el señor Alfredo Cotto como carnicero o el señor Mastellone cuando en 1927 hacía quesos de manera artesanal y luego…ambos al mando de sus grandes empresas; seguramente han debido tener que aprender o de otra manera no hubieran podido conducir dicho crecimiento y mantenerlo en el tiempo.
Esto implicó el crecimiento acelerado del emprendedor, la adquisición de nuevas tecnologías de gestión y el tener que decidir sobre cuestiones no contempladas en etapas pasadas.
No tener un “plan de negocio”. Jamás se nos ocurriría contratar un arquitecto que trabaje sin hacer un plano. Tampoco transitaríamos por un puente del cual supiéramos que los ingenieros no llevaron a cabo los planos y cálculos propios de este.
Lo llamativo, es que a la hora de hacer un emprendimiento mucho más complejo dada la dinámica y las variables que en él se conjugan, muchos emprendedores no llevan a cabo su “plan de negocio” a fin de poder anticiparse y prever situaciones. ¿Quizás sea por esa razón que la gran mayoría de las PyMEs no superan la edad de la mayoría de las construcciones y puentes?
Existen otros errores como son la falta de capacitación, la falta de controles administrativos y de gestión, mal manejo de las crisis, etc., no obstante, no hay nada que Ud. no pueda saber si antes de llevar a cabo la empresa simplemente se detiene y piensa. La otra alternativa es tirarse a la pileta y suponer que si el otro encontró agua Ud. también la hallará. ¿Y si el agua ya no está?
Piense y obre en consecuencia.